Como bien habíamos publicado en nuestra anterior entrada, Justo Sierra se le debe la creación de la Universidad Nacional y finalmente la autonomía de esa máxima casa de estudios -dieciocho años después de su muerte- ya que él puso los cimientos y habló de la autonomía social, económica y administrativa.
Siendo diputado del Congreso de la Unión, el 11 de febrero de 1881, presentó un proyecto de ley sobre el campo educativo y el 7 de abril del mismo año puso la iniciativa ante el Congreso con apoyo de varios representantes que estaban conformes con la idea.
Justo Sierra señaló que estaba afiliado a "la escuela liberal positivista" y que había tenido inspiración en "sistemas alemanes, acomodados a nuestro espíritu democrático", de acuerdo con "los cuales presentaba un proyecto en el que la Universidad Nacional se integraría como una corporación independiente".
Hernández Luna escribe que "La Escuela Normal y de Altos Estudios tendrá por objeto formar profesores sabios y especialistas proporcionando conocimientos científicos y literarios en un orden eminentemente práctico y superior a los que puedan obstenerse en las Escuelas Profesionales. El plan de estudios determinará cuáles de estas clases deberán cursar los que pretendan obtener títulos de profesores de enseñanza. Este título es requisito indispensable para presentarse en las oposiciones de que habla la presente ley".
Hernández Luna escribe que "La Escuela Normal y de Altos Estudios tendrá por objeto formar profesores sabios y especialistas proporcionando conocimientos científicos y literarios en un orden eminentemente práctico y superior a los que puedan obstenerse en las Escuelas Profesionales. El plan de estudios determinará cuáles de estas clases deberán cursar los que pretendan obtener títulos de profesores de enseñanza. Este título es requisito indispensable para presentarse en las oposiciones de que habla la presente ley".
Antigua Escuela de Medicina
Para la creación de esta Universidad, se había planeado que el Gobierno Federal la dotaría con una cantidad y la subsidiaría con la suma de dinero que acordara la Cámara de Diputados.
El proyecto era ambicioso e iniciaba la resolución de los problemas de enseñanza superior en nuestro país, pero al darlo a conocer se encontró que la oposición a él era grande "sin duda porque el ambiente, las ideas, los criterios dominantes, y las circunstancias del medio político y cultural le eran adversas y fue necesario aguantar 19 años más".
La segunda objeción fue que el proyecto del diputado Sierra cocibe a la Universidad como una corporación autónoma frente al estado. ¿Cómo el gobierno crearía una institución independiente, entregándola para que la gobiernen personas ajenas a él? ¿Cómo el gobierno va a consentir en desprenderse de una suma de sus facultades para que otro gobierne lo que él paga?.
La otra objeción se formuló así: ¿Cómo fabricáis una alta institución, un vasto edificio de enseñanza superior y no le dáis la base suficiente? Esto equivale a erigir una pirámide invertida en equilibrio inestable que no podrá sostenerse.
Esta última objeción, dice Sierra, fue la más seria, importante y la que realmente le decidió a abandonar su proyecto a la suerte.
Desde esa época, la idea de la Universidad Nacional estaba latente, la red se había lanzado y sólo faltaba esperar.
Justo Sierra no desechaba la idea, siempre la tuvo presente y siendo Subsecretario de Instrucción Pública, en 1902, en un discurso que pronunció el 13 de abril, habló nuevamente de la creación de una Universidad Nacional y señaló que se demandarían facultades al Poder Legislativo para establecer una Universidad Nacional que sólo miraría el porvenir.
Don Justo Sierra
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